I. He de empezar por
el final, no habrá aún III Guerra Mundial. Los medios de comunicación pregonan
el inminente conflicto nuclear espoleado por la tensión en la península de
Corea. Se olvida el dato, pocos lo tienen claro, que esa región del mundo sigue
técnicamente en guerra, están bajo un cese de hostilidades pero no se ha
firmado un tratado de paz. Me gustaría explicar la historia de la guerra de
Corea, lo haré en otra entrega, porque se sale del ámbito del tema de este
artículo.
Ahora bien ¿por qué
afirmo que no habrá aún III Guerra Mundial? Puedo equivocarme y pecar de
optimista, pero los datos a que tengo acceso no muestran claramente que el
mundo se dirija a una conflagración de tal magnitud, por la sencilla razón que
no será una guerra convencional, sino nuclear y eso no conviene a la industria armamentística,
porque ¿quién comprará armas al final de una contienda bélica de esas
características?
Otra idea que me
gustaría debatir e intentar desterrar como un absoluto, el pensar que solo en
el sistema capitalista pueden haber guerras y que las provoca para su propio
desarrollo. Como he dicho innumerables veces en el aula, desde que el primer
cavernícola le gustó más la cueva de su vecino y salió a darle de mazazos, la
humanidad se ha enfrentado entre sí, sea el modo de producción que sea. El
sistema esclavista debe su expansión a las guerras, con el fin de dominar
territorios y abastecerse de esclavos, en Japón la expansión del shogunado,
algo similar al sistema feudal, pervivió siglos gracias a las guerras, los
pueblos mayas muestran indicios similares en su historia. Y así podría seguir
enumerando ejemplos. Por tanto, mi primera conclusión es que la humanidad
siempre ha vivido en guerra.
“Pero no ha habido
tanta tensión como ahora” podrá argumentarse. A esto puedo decir que tensiones
bélicas se han presentado siempre, la historia de la humanidad está plagada de ellas,
lo que diferencia nuestra época con las anteriores es la inmediatez con la que
nos enteramos de la guerra, pero aún en esos tiempos pasados, de comunicaciones
precarias y lentas, la información de las guerras llegaba a todos los rincones
y el sentimiento de agobio e impotencia, también afectaba a aquellas
sociedades. Por ejemplo, durante las invasiones germánicas, vemos la angustia
de las poblaciones romanas ante el inminente peligro que supondría la guerra
que desencadenaría, dan cuenta de ello, las noticias plasmadas en escritos que han perdurado hasta
nuestros días y que contienen ese grito de desesperación ante la imposibilidad
de vivir en una sociedad en paz.
Hay un libro de
historia novelada “El Puente de Alcántara” que se los recomiendo vivamente, que
narra una escena que me sirve mucho en
clase para demostrar que aún en sociedades cuyas comunicaciones eran lentas,
les llegaba la información. Se está en el sitio de Barbastro, en plena guerra
de reconquista de Aragón, el cadi de la ciudad está agobiado, las tropas
cristianas que están reforzadas con mercenarios francos la sitian
implacablemente, no dejan entrar ni una hogaza de pan, ni una gota de agua
potable, la población desfallece, las oraciones a Alá son auténticas súplicas
para que los libre de aquella tortura porque la población muere sin ninguna posibilidad
de ayuda, las tropas islámicas prometidas desde Saraqusta (Zaragoza) han sido
embocadas por los sitiadores, desde el minarete de la mezquita se vio la forma
en que los aplastaron. Ante aquello, han decidido rendir la plaza, no obstante,
esperarán otro día más, esa noche imploran a Alá su intervención.
Al otro día, el cadi
sube al minarete para contemplar por última vez lo que fue el emplazamiento que
gobernó y su sorpresa fue mayúscula al observar que los francos se han ido y
los cristianos han debido retroceder; posteriormente se entera que han llegado
noticias al campamento franco que Guillermo, Duque de Normandía, ha emprendido
la invasión a Inglaterra y que los dividendos son mayores en aquella guerra,
los francos al ser mercenarios, prefieren ofrecer sus servicios al Duque y
parten inmediatamente para unirse a él, corría el año 1066.
La notica llegó hasta
aquellos parajes ¿cómo llegó? Esa es la pregunta del millón porque en aquel
momento aún las rutas comerciales no eran tan frecuentes y siendo una zona de
guerra, se estaba en la reconquista del reino taifa de Saraqusta, la llegada de
informantes era peligrosa, no obstante, la información alcanzó a los
mercenarios francos.
II. De hecho, las eras
de “paz” han sido glosadas efusivamente por la Historia debido a lo efímeras
que fueron, pondré dos períodos a modo de ejemplo: la Pax Agustae, la paz de Augusto y La Belle époque, la bella época, momentos en que se disfrutó de un
período temporal de no conflictos, no guerras, no obstante, las tensiones
estaban aún presentes y posteriormente estallaron conflictos bélicos que
cambiaron el ordenamiento social existente. Como ven, a lo largo de la
historia, sea el lugar donde prestemos atención, se presentaron guerras de
diversa magnitud.
Obviamente todo
imperio necesita de actividades bélicas para subsistir, éstas se presentan con
mayor frecuencia a medida que inicia un proceso de desgaste, podría decirse que
se estanca, se ha agotado el proyecto. Puede ser que estemos en esa fase, aunque
no lo defiendo contundentemente que así sea, porque la dinámica de la coyuntura
ejerce presión, hasta cierto punto, para deducir que el estallido de una guerra
es inminente.
III. Otro factor a
tomar en cuenta es que desde el fin de la II Guerra Mundial no se ha tenido un
momento de paz, posterior a su conclusión, se sucedieron la ya citada guerra de Corea,
posteriormente la de Vietnam, aparte las guerras de independencia de varios
países de África. Al finalizar el Siglo XX la tercera guerra balcánica, las guerras
de exterminio en Ruanda y Burundí, o la guerra civil en Nigeria. Iniciado el
Siglo XXI, la guerra en Sudán del Sur, Somalia y Costa de Marfil, por mencionar
algunas de las tantas que aún se suceden en África pero que no son cubiertas
por los medios de comunicación occidentales. Por supuesto que he dejado en el
tintero muchas más, no quiero olvidar los conflictos generados en las primaveras
árabes que han producido la guerra civil en Siria o la guerra en Yemen.
De los años que
llevamos desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la actividad
bélica no ha cesado, sea esta por guerras entre países, conflictos armados
internos o guerras civiles como la de Guatemala, guerras de intervención como
las de Afganistán, Iraq o Chechenia.
Ahora bien, la que los
medios de comunicación insisten en “pregonar” adquiriría dimensiones distintas
por considerarse que puede ser una guerra nuclear. La segunda mitad del Siglo
XX se caracterizó por el temor de una conflagración de ese tipo también. Las
generaciones actuales no vivieron eso pero la mía, creció con el temor a las
bombas atómicas en los momentos más álgidos de la Guerra Fría, miedo que se
disipó con el colapso de la Unión Soviética. Y acá entra en juego otro factor,
el concepto de democracia y la manera que el mismo es mangoneado para los fines
de hegemonía de la única super potencia existente.
Según el argumento actual,
los países que poseen bombas atómicas pero son democráticos, pueden expandir su
arsenal porque supuestamente no las emplearán para arrojarlas sobre otro país,
sino para disuadir un posible ataque de esa naturaleza. En este punto cabe
mencionar el caso de India y Paquistán, ambos países con un arsenal nuclear que
tiene como finalidad evitar el dominio de los primeros sobre los segundos, pero
que provoca preocupación cuando surge nuevamente el diferendo de Cachemira.
También existen países que no se sabe cuál es su arsenal aún siendo de la
familia de la “democracia”, el Estado de Israel es un claro ejemplo de esta
situación. Pero hay países que se considera que no pueden poseer una bomba
nuclear porque al no ser un sistema democrático, existe el peligro que las usen
indiscriminadamente, esto según el discurso impuesto. Es por ello que a Irán se
le prohíbe tener un arsenal nuclear, en su momento se le vedó tal posibilidad también
a Corea del Norte, pero que se han saltado las trancas y desarrollado un
incipiente programa para poseer bombas atómicas.
Digo incipiente porque
no se tienen datos claros, es decir, acceso a información fidedigna y no
sesgada que es la que se nos deja conocer.
En síntesis, resulta
sumamente superficial alardear de que estamos a las puertas de la III Guerra
Mundial, llevamos años en esa puerta pero que nadie se ha atrevido a abrir. ¿Se
llegará a eso? No se puede afirmar que será inminente, la información que nos
llega es tendenciosa, manipuladora y sigue presentando la realidad en dos
bandos: los buenos que son los países donde impera la democracia, los malos
donde no existe esa forma política, al final, no se trata de ver la geopolítica
dicotómicamente, sino transversalmente, la industria armamentística vive de
esas guerras a menor escala, una de grandes dimensiones, no sería beneficiosa
para sus intereses.